Materias primas para Panadería, Repostería y Pastelería
En 1910, al inicio de la Revolución Mexicana, llegó a México, proveniente de Santander, con apenas 12 años, Don Juan de la Campa Trueba. Inició su actividad como ayudante en una tienda de alimentos y, unos años más tarde, creó un pequeño negocio de abarrotes cerca de la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México. El negocio creció con la diversificación de una serie de productos destinados a la industria de la panificación. Con el tiempo, el pequeño establecimiento se convirtió en una fábrica de chocolates y levadura. A los pocos años dejó de producir levadura y la sustituyó por polvos para hornear. La Morisca fue la primera empresa en México que fabricó dichos polvos. Don Juan de la Campa aprovechó el auge que en aquella época tenían las panaderías, las cuales aparecían diariamente, creadas, fundamentalmente, por inmigrantes españoles. Don Juan sacó partido tanto de su origen al surtir varios de los insumos que requerían sus paisanos como de la entrega total y devoción que sentía hacia su negocio. En respuesta a las exigencias del mercado, se hizo de una flotilla de camiones y camionetas para entregar a domicilio los productos que generaba y comercializaba.